De miedo
Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 25 febrero, 2014

Por todo lo cometido, por su naturaleza pública habríamos apostado por un Ministerio Público vigilante y denunciante. Pero no
De miedo
Hace unos años, siendo Abel Pacheco presidente propuso una reforma fiscal que nos tuvo entretenidos durante su periplo. Este periódico nos invitó a varios columnistas a conversar a propósito del proyecto de reforma fiscal. Existía un consenso sobre la necesidad de incrementar los ingresos del Estado, y me atrevo a decir que casi todos coincidíamos en que esa ruta pasaba necesariamente por una nueva concepción fiscal que conllevaba más impuestos.
Sin embargo, recuerdo vivamente que quien en realidad encendió la llama de la discusión fue el compañero de estas páginas Don Emilio Bruce quien anticipaba el riesgo que representaban a la confidencialidad y seguridad las reformas planteadas a la declaración del impuesto sobre la renta personal. Advertía, con muy buen tino, que el riesgo no pasaba por pagar más sino por lo que se contaba y como se manejaba.
El tema, confieso, no solo me sorprendió porque nunca se me había ocurrido sino que de inmediato lo descarté porque, después de todo, vivimos en Costa Rica y esas cosas aquí no pasan. Pero están pasando.
Por eso es que (1) cuando en medio de una campaña política correspondiente a la segunda ronda electoral, (2) Tributación Directa requiera en el plazo perentorio de diez días y con nutrida presencia de la prensa, (3) que Johnny Araya “presente información relacionada con sus negocios” —cita textual de La Nación—, (4) Albino Vargas, secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos afirmó que tiene “bastante información tributaria” al mismo pregón, (5) Albino Vargas ayer recula de identificar el cómo o el quién es responsable de su indebido, ilegítimo e ilegal manejo de información que es claramente confidencial según lo dispone la ley, así gesticula que las redes sociales pueden ser las causantes, (6) Tributación Directa inicia de oficio una investigación reconociendo la falta de prevención y entonces, empezaron a caer todos los dominós y a dimensionar que estamos todos expuestos, que nuestra información está al designio de Albino Vargas.
Y que he de esperar la represalia. La mía, la suya y la nuestra. En esas manos hoy, mañana, siempre ustedes, nosotros y todos.
Por todo lo cometido, por su naturaleza pública habríamos apostado por un Ministerio Público vigilante y denunciante. Pero no. Lo cierto es que estamos en campaña política.
El silencio y la connivencia es lo que ha prevalecido. Con el agravante de que hoy, es importante aplicar la razón respecto de este enfrentamiento que vivimos entre la historia oficial y la teoría de la conspiración.
Tal parece que su aplicación actual en Costa Rica es mucho más ajustada a lo último. Sobre todo por el empoderamiento de las redes sociales, mea culpa dice Albino.
Dice el historiador Bruce Cumings:
“De existir las conspiraciones, rara vez mueven la historia, así son agentes diferenciadores marginales de vez en cuando”.
Todo se vale en campaña y lo entiendo. Me asusta mucho que después también y no lo quiero.
Pedro Oller
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