Sarkozy, las Olimpiadas y los Valores Humanos
Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 15 abril, 2008

TROTANDO MUNDOS
Humberto Pacheco

El Presidente Nicolas Paul Stéphane Sarkozy de Nagy-Bocsa, que vino a reivindicar la imagen de Francia ante el mundo pero perdió la suya muy rápidamente dados sus problemas con faldas, ha decidido volver sobre sus fueros para restablecer su imagen. El carismático político había prometido mucho a un país económicamente dañado por los socialistas, pero primero su divorcio y luego su cortejo y subsecuente matrimonio con una bella dama, ocuparon la mayor parte (ó así pareció) de lo que va de su mandato. El pueblo que con justicia esperaba acción ha comenzado a desilusionarse. Esperamos para el bien de Francia que sus intenciones de retomar la batuta le den frutos al señor Presidente.
El haber tomado la iniciativa con el tema de la violación de derechos humanos en El Tibet fue un buen comienzo. Su advertencia de que estaba considerando no asistir a la inauguración de los juegos en Beijing tuvo resonancia mundial. Lástima que el Primer Ministro británico Gordon Brown se le anticipara, anunciando oficialmente que no asistirá, antes de que él lo hiciera. Ahora también el Europarlamento ha recomendado medida igual a todos los gobiernos de la Unión Europea, y eso desluce un poco lo que de otra manera fue una loable iniciativa de don Nicolas en aras de los derechos humanos y de la legitimidad de las Olimpiadas.
Hay que recordar que las Olimpiadas no sólo se refieren al deporte sino que, como modelo que son para los jóvenes, deben ir de la mano de la ética, de los derechos humanos y de los otros valores. La juventud que se inspira en las Olimpiadas tiene que comprender que las violaciones a los valores humanos no son aceptables y por tanto, no se le puede dar el seno de éstas a quien no cumpla con las más elementales normas de conducta humana, en el presente caso el respeto a los derechos humanos en su forma más elemental.
No se puede aislar al deporte en una cajita de cristal (ni aunque ésta venga rodeada de lingotes de oro para sus organizadores) y pretender que los otros valores humanos no deben mezclarse con sus actividades. El exabrupto del Presidente del COI, aduciendo que no se debe boicotear las Olimpiadas “por tan poca cosa”, refiriéndose al genocidio del Tibet, sólo refleja su metálica visión del deporte y su preocupación de que dejaría de percibir los millones que las Olimpiadas producen, millones que también han teñido de corrupción al fútbol. Suponemos que la cárcel, tortura, exilio y muerte de muchas personas son para ese señor “poca cosa”.
Al final es factible entender como una entidad que deja de lado la ética y la nobleza para ver sólo el negocio, pueda engendrar problemas regionales de los que son ejemplo patético ciertos individuos que se ha adueñado de sus puestos y no sueltan las riendas por nada, no importa lo que dicte la incompetencia de su gestión, la dignidad y la ética.
vikocr@racsa.co.cr
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