“El Piojo” ganó por goleada su primer partido en el Melico Salazar
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 15 enero, 2025
La presentación de Miguel Herrera como técnico de la Selección Nacional en el teatro popular Melico Salazar fue un éxito.
Lógicamente que no estamos hablando del espectáculo, sino de las manifestaciones del técnico mexicano, quién a corazón abierto, sin poses ni cálculos, se ganó la admiración y el apoyo de una inmensa mayoría de costarricenses.
Costa Rica escuchó a un profesional del fútbol, genuino y transparente, sincero y coherente, entusiasmado y comprometido con la causa, tanto qué al finalizar el evento, los costarricenses sentimos a don Miguel Herrera como un tico más y no como un técnico foráneo, ajeno a nuestras costumbres e ilusiones futboleras.
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Desde luego que al Mundial 2026 se clasifica jugando bien al fútbol y no con hermosas y emotivas palabras de escritorio, pero esto es un segundo paso que los aficionados y la prensa deportiva iremos analizando conforme la pelota se ponga en movimiento.
De ahí qué, antes de que el balón ruede, resulta positivo rescatar y destacar lo dicho por “El Piojo”, apodo que no le molesta, de ahí que se utiliza sin reservas cuando se habla del ahora técnico de la Selección Nacional.
Cómo no tuvo que construir mentiras, ni manifestar palabras que no salían de su corazón, las manifestaciones de don Miguel y su compromiso de entrenar a la Tricolor hasta el último día que termine la Copa del Mundo 2026, se sintieron reales y auténticas.
¡Voy a vivir en Costa Rica!, dijo.
¡Voy a presenciar todos los partidos del campeonato que pueda! Dijo y lo está cumpliendo.
¡Si mis hijas quieren verme, tendrán que viajar a Costa Rica!
¡A México voy por mi ropa y me vengo a vivir aquí con mi esposa!
¿Cuál es la cláusula de rescisión del contrato?, le preguntó un colega mexicano.
“No existe”, respondió Herrera.
“No existe, porque yo de Costa Rica no me voy, hasta que la clasifique al Mundial y seamos protagonistas del evento”, agregó.
“El Piojo” cómo decimos por estos lados, cayó bien, fue pura vida, transmitió compromiso, lealtad, honestidad, valores poco comunes en colegas suyos, donde lo prioritario fue el billete y que tanto daño le han causado al fútbol costarricense, cuando fracasaron al mando de la Tricolor, pero regresaron a sus territorios con sus maletas bañadas en dólares.
Miguel Herrera abandonó el Melico Salazar con sabor a gallo pinto.
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