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Viernes, 14 de marzo de 2025



COLUMNISTAS


Trascendencia del verdadero ejercicio democrático

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 14 marzo, 2025


He venido reiterando que gobernar es educar, que es a través de la educación que los pueblos se autogobiernan en gran medida sin necesidad de autoritarismo. He venido insistiendo que la democracia es un continuado ejercicio de respeto mutuo y de construcción institucional, de tal forma que los ciudadanos son los que construyen lo que finalmente los diputados y líderes políticos de los partidos terminan por sancionar en leyes. Los malos conceptos, las malas acciones y actitudes, el atropello, el insulto y la mentira también educan a los pueblos solo que en el sentido más contraproducente. Siento profundamente que los últimos años de vida institucional han sido de seria perturbación y contradicción con los principios que deberían gobernar una república democrática. Las malas lecciones y los ejemplos perversos terminan por descarrilar a los pueblos.

Una designación de candidatos en una convención democrática en la que todos los ciudadanos sean los que voten al ganador es un mecanismo que forma en democracia a las gentes, siempre y cuando este ejercicio sea sin disimulos haciendo ver las cosas lo que no son y sin la interferencia de los adversarios en la elección. En nuestros días los adversarios infiltran candidatos en las escogencias ajenas buscando elegir al peor de todos, al candidato más fácil de derrotar, al candidato que con su sola aparición desacredite por su incapacidad plena a los demás y al partido que presuntamente lo ha propuesto a consideración de los electores. Otros sujetos nunca son precandidatos ya que los dueños de los partidos los escogen y con su voto único les eligen como candidatos de la agrupación. Ya irán apareciendo los candidatos electos por voto único, aunque hayan tratado de disimularlo. Los partidos taxi también harán su aparición y en esos tan solo seguirán los tramites prescritos por la ley en su letra designando al candidato que haya pagado la carrera.

Vivimos tiempos distintos a aquellos en los que las convenciones para elegir candidatos aparecieron por primera vez. Tan perversa es una convención abierta infiltrada como el nombramiento de candidatos por voto único, por una presunta unanimidad de todo el partido, por aclamación, enmascarando un retroceso democrático o el uso de la herramienta de los taxis con igual resultado. Estos son vicios que disfrazan el deseo y la resolución de destruir la democracia.

En la Costa Rica de ayer los precandidatos de todos los partidos eran personas cuyas destrezas y cualidades harían de ellos, de cualquiera de ellos, un potencial gobernante. Los pueblos también se malforman con las nefastas lecciones que algunos ofrecen, justifican y legitiman.

Se han refinado armas de destrucción política, se han depurado tácticas en las que el populismo usa personas y argumentos para acabar con sus adversarios a toda costa, a costa del sistema si fuere del caso. Quizás ese es su verdadero último objetivo. Han comenzado a aparecer ejercicios de destrucción de las convenciones abiertas. Han reaparecido las elecciones de candidatos por grupúsculos como sucedió en el siglo XIX e inicios del XX. Han aparecido en escena instrumentos para desvirtuar la democracia en su sentido más hondo. Para quienes somos tan solo observadores nos es clara la herramienta, es claro el ejercicio, es maligna su intención. Para los electores que votan por emociones, imágenes y agitar de banderas, de jingles y de eslóganes políticos, de videos y Tik Toks es menos aparente y cuando se percaten de su error podría ser muy tarde.

Gobernar es educar. Se educa con la palabra, con los hechos, con las actividades, con los conceptos y con muchos símbolos. Educar en democracia es gobernar dentro de la ley y de la constitución. Gobernar en ley y bajo la constitución es hacerlo según los supuestos que los ciudadanos han aprobado y sancionado en su diario vivir en democracia. Gobernar bajo la ley es gobernar bajo el espíritu y la letra de ésta y claro de la constitución política de la república. Gobernar es escuchar y es expresar en decencia y en altura los conceptos de cambio o los conceptos de formalización del sistema.

Gobernar en democracia es gobernar sin agredir, es gobernar sin desacreditar, es gobernar sin matonear a los ciudadanos que discrepan de sus adversarios. Esa paz y esa concordia la hemos vivido desde nuestra primera constitución y los costarricenses hemos luchado por conservarla y por recrearla por ser valiosa y fundamental para nuestra vida.

Los pueblos difícilmente regresan a su punto de partida cuando los han hecho abjurar del mismo. Los pueblos luego de lo vivido no regresan fácilmente a los valores y emociones democráticas experimentadas. La evolución normal difiere mucho de la transformación forzada y los cambios inducidos en violencia verbal, en descrédito de lo bueno y olvido de los valores y principios que alentaron al país. Prudencia y razón deben de ser ahora más que nunca antes nuestros guardianes.

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